Ha llovido mucho desde el año 2015. Entonces emprendimos un camino que no sabíamos lo que nos depararía. Llenos de ilusión, una cuadrilla de chalados echamos a caminar. Ilusión y también incertidumbre. Empezamos a sembrar en un desierto, con poquita agua para regar...
Poco a poco, apoyados en los que siempre creyeron en nosotros, nos presentamos el pasado 1 de octubre en La Misericordia de Zaragoza. Casi nada. Con dos chavales que llegaron a nuestro Mar de Nubes con voz de jilgueros y que se han convertido en dos toreros que ya rugen con garganta de león.
Hemos cumplido más objetivos de los que creíamos. Con los aficionados, los niños, los aspirantes... y lo de Zaragoza nos reafirma en nuestro camino. En nuestro compromiso con la Tauromaquia. Y es que en estos años hemos aprendido mucho. Hemos conocido mucha gente, hemos acertado y hemos fallado. Pero siempre con el objetivo claro de aportar.
FRAN FERNANDO Y AARON PALACIO
Nuestros primeros "productos" afrontaban la tarde con una ilusión desbordante y un compromiso brutal. Sorprendieron a todos. Bueno a casi todos, yo los veo día a día y se la medida que cada uno puede dar.
La Misericordia es una plaza especial. Por su arquitectura, por su gente, por su ambiente... Y así se mostro para recibir a los tres toreros que tanta expectación habían levantado. Y doy fe de que hay muchos más, que también lo harán en un futuro muy cercano.
Fran estuvo redondo toda la tarde. Se mostró como es. Natural, suelto, var0iado, inteligente... Sorprendió a base de suavidad, de toreo derecho, de su temple liquido. Su capote voló al compas en el quite por crinolinas que tantas veces hemos estudiado igual que en el final de su muñeca rematando los muletazos. Estructura las faenas y tiene buen oído. Se hundió el los riñones para gozar del toreo y de dos grandes novillos de Boyano.
Aaron es un tío menudo con un corazón muy grande. Su sed de toreo le llevara muy lejos. A veces le juega una mala pasada, porque se quiere comer la segunda cucharada antes que la primera. Para mi, en esta etapa de su formación, eso se antoja más como una virtud que como un defecto. Torero serio, profundo, macizo. No hace nada de cara a la galería. La fidelidad a su concepto es lo que lo hará grande. Con dos novillos de pocas opciones se mostro como es, sincero, puro, torero y comprometido dejándonos en la retina verdaderas joyas al natural.
Se me siguen poniendo los pelos de punta al recordar la ovación con la que la afición de Zaragoza recibió a los tres toreros. Fruto de la esperanza que estos y otros torerillos de afición verdadera han despertado.
Acabé la tarde como si me hubiese pasado un tractor por encima tras la avalancha de emociones de la tarde y después de la intensa temporada que hemos vivido. No cabía en mi cuando veía a la gente tan feliz. Hablando de nuestros toreros, emulándolos con la almohadilla o con la chaqueta. Abrazando a las familias. La de sangre y la de nubes.
Fran y Aaron son dos niños que se convirtieron en hombres viajando, riendo, soñando y hasta llorando juntos. Trenzaron el paseíllo en Zaragoza, como lo hicieron antes en Igea, Brea o Ejea de los Caballeros, bajo la atenta mirada de los "hooligans" de nuestra marea de nubes que tantas tardes los sacó en volandas. Y las que quedan. A ellos y a los que vendrán.
Aquel toro de Fernando de la Mora llamado Mar de Nubes seguirá embistiendo en la muleta lenta de "El Rey David" tanto tiempo como nuestros toreros sigan haciéndonos vibrar.
Siempre caminaremos a vuestro lado.
Miguel Cuartero