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Dicen algunos que esto de los toros algún día desaparecerá. Bueno… si ha de desaparecer que sea porque la afición decrece, o porque el público no acuda a las plazas y no porque los prohíban. Mientras tanto, ni una ni otra cosa ocurren; la primera porque siguen saliendo chavales, y la segunda porque hoy por hoy detrás del fútbol es el espectáculo que más público recoge. Si la tauromaquia recibiera las mismas ayudas que el cine o el teatro (por ejemplo), otro gallo cantaría.

Es difícil, y costoso, ser torero; más aun sabiendo que el camino está lleno de piedras que hacen desistir en el intento. Hay quien piensa que meterse en este mundo es una ruina, puede ser, pero quien llega a la cima lo amortiza con creces. Pero el verdadero sentido de esto no es lo que pones o lo que recibes, sino lo que transmites y sientes, ya que esta carrera es pura vocación. ¿Cuánto ha de poner alguien que quiere doctorarse en alguna ciencia? muchos años y mucho parné, como los toreros; ¿Cuántos se quedan en el camino?, muchos, como los toreros; ¿Cuántos llegan a titularse y no pueden ejercer? Muchos, como los toreros. Tiene mérito esto de ser arquitecto, o cirujano, o inspector de policía, o periodista, o torero; Todos han de pagar un precio que les haga llegar a la cima.

Y volvemos al principio; la afición no decaerá, sobre todo si siguen saliendo toreros que ilusionen y animen al público a acudir a las plazas, esas mismas plazas que diseñan los arquitectos, en las que de vez en cuando ejercen los cirujanos, de las que escriben los periodistas y donde mandan los comisarios; y el torero… el torero, pobre o rico, se juega la vida. Un respeto.

P.S. Alumno del Grupo Torea y asociado de CETA.

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